Llegó el día más esperado del año por mi, el cumpleaños. Es un día que en lo personal disfruto mucho y no es que organice una fiesta o una reunión enorme, mi plan es el más sencillo, comer con mi familia. Obviamente yo elijo el menú. En la oficina me hacen desayuno y me llenan de regalos, agradecida porque desde ahí lo empiezo a disfrutar; tamales, fruta, café, pastel, flan, globos, las mañanitas (con Alejandro, me vale). ¡Y los regalos! Como que ya me tienen bien ubicada en cuanto a mis gustos y no tengo queja, me han dado cosas bonitas, que disfruto y me encantan. Recuerdo que en un cumpleaños traía yo conflicto por una situación familiar y al final del día le tomé foto a mis regalos, los tuve que poner en las escaleras para que se vieran, eran muchos y me cayó que soy muy querida y afortunada. Y no hice fiesta, ni nada por el estilo, fue padre darme cuenta y valorar. Ya luego la crisis familiar se resolvió o eso creo já. Volviendo al tema, me pregunta mi amiga el clásico; “¿qué...
Una más rara que hippie contando lo que le va pasando por la vida. Se ama el café, la lluvia, la música y el otoño.